A finales de enero me fui con mi mujer en tren a Gotemburgo para celebrar el primer cumpleaños de nuestro nieto más joven. El primer día fue un día de caos ya que había nevado muchísimo durante la noche y como la ciudad no está acostumbrada con tanta nieve fue casi imposible usar las comunicaciones. El día después había terminado de nevar, el sol brillaba y nos fuimos afuera para disfrutar la ciudad decorada de nieve.