viernes, 22 de marzo de 2013

La Regenta - Leopoldo Alas, "Clarín"

Argumento
En una ciudad de provincias, Vetusta, vive Ana Ozores, de familia noble venida a menos, casada con Don Víctor Quintanar, regente de la Audiencia, del cual le venía el nombre, la Regenta. Ana se casó con Don Víctor en un matrimonio de conveniencia. Bastante más joven que su marido, al que le une más un sentimiento de amistad y agradecimiento que de amor conyugal, su vida transcurre entre la soledad y el aburrimiento. Es una mujer retraída, frustrada por no ser madre y que anhela algo mejor y desconocido. En esta situación, la religión es la única válvula de escape dentro de la ciudad. Conoce a Don Fermín de Pas, Magistral de la catedral, el cual se convierte en su confesor. Ana siente una gran atracción y admiración por él. Pero la religión no le basta. Conoce a Don Álvaro Mesía Don Juan de Vetusta, el cual está enamorado de la Regenta. Ésta, desde que lo conoce ya no se siente tan triste. El Magistral está celoso. Ana y Álvaro se hacen amantes. El Magistral contacta con Petra, la criada de Ana, a la que le dice que espíe a Ana y a cambio la convertirá en su nueva criada. Petra, un día, le cuenta que ha visto cómo Ana se acuesta con Don Álvaro, el cual trepa por el balcón de la habitación de la Regenta. El Magistral urde un plan. Le pide a Petra que adelante una hora el reloj de Don Víctor, el marido de Ana. Éste ve a Don Álvaro saltar del balcón de su mujer. Lo reta a duelo y, en el mismo, Don Álvaro mata a Don Víctor y huye. Ana se entera de todo cuando Álvaro le escribe una carta contándole lo ocurrido. Cae enferma durante un mes. Al cabo de un largo tiempo se decide a salir para dirigirse a la catedral para ver si de nuevo encontraba el consuelo en la religión. El Magistral la observa con cara de asesino. Ana siente miedo y cae desmayada. El Magistral se marcha dejándola tirada en el suelo. Celedonio, al encontrarse a la Regenta desmayada, la besó en los labios y ésta sintió que la besaba un frío y asqueroso sapo.
El autor se sirve de la ciudad de Vetusta como símbolo de la vulgaridad, la incultura y el fariseísmo. Ana Ozores es un personaje aquejado de aquella patología del espíritu que se conoció como bovarismo. Desde otro punto de vista, Ana encarna la idealidad torturada que perece progresivamente ante una sociedad hipócrita. Con estas fuerzas en tensión, el escritor construyó un alegato cruel e inclemente de la vida provinciana española, ceñida a sus clases dirigentes, en tiempos de la Restauración finisecular.

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